En marzo arrancan las negociaciones por el futuro acuerdo comercial entre Reino Unido y los países miembros de la Unión Europea. A continuación analizamos cómo se sitúa España ante este panorama.
Como punto de partida hay que recordar que la Unión Europea es el principal socio comercial del Reino Unido, con un 45% del flujo de ventas de bienes británicos hacia la UE y un 53% de las importaciones procedentes de los miembros comunitarios. Entre estos miembros, España es uno de los principales interesados en alcanzar un acuerdo de libre comercio debido al importante volumen actual que adquieren las relaciones contractuales con sus vecinos ingleses (U.K. es el cuarto mayor comprados de bienes para España y uno de sus mayores clientes en la industria hortofrutícola, la automovilística y la de bienes de equipo).
En primer lugar se habla de desarrollar una relación sin acuerdo con aranceles fijados por la Organización Mundial de Comercio. Esta opción sería una de las peores y más duras para las empresas españolas, ya que supondría un elevado coste que gravaría sus ventas. Por ello, uno de los objetivos primordiales para España es lograr un marco con sin aranceles y cuotas para todas las mercancías, además de cooperación aduanera y regulatoria y un entorno de reciprocidad según afirmaba la secretaria de Estado de Comercio, Xiana Méndez, la semana pasada al ser consultada sobre esta cuestión.
Una de las prioridades en estas negociaciones se centra en el sector automovilístico, donde nuestro mercado exporta el 82% de la producción anual y donde Reino Unido ocupa el tercer destino de exportación, con un 12% del total.
El sector financiero, las telecomunicaciones y y el siempre indispensable sector turístico también forman parte de los grandes interesados en lo concerniente al sector servicios, ya que suponen el 50% de las exportaciones españolas a Reino Unido. También destacan las compras públicas al ser las empresas españolas grandes adjudicatarias en licitaciones británicas.
Los negociadores españoles también tienen marcado en rojo el sector agrícola, ya que el aumento de precio de ventas podría hacer que los británicos cambiaran de proveedores, dándose ya casos como los acuerdos de libre comercio cerrados con países como Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Colombia, Ecuador o Perú, que actúan como alternativa frente a España para abastecerse de fruta y verdura. Para prepararse ante una situación desfavorable, el mercado ya español está buscando nuevas vías alternativas mientras se resuelven las negociaciones, relanzando sus ventas en mercados como el japonés, sudafricano o marroquí aunque parte del daño ya esté hecho.
Aunque aún quede mucha tela por cortar, todos los actores implicados en estas negociaciones deberían tener unas medidas concretas a principios del último trimestre del año para sellar un Brexit más o menos doloroso para el comercio internacional. Tras la posterior validación por el Consejo y el Parlamento Europeo, en 2021, como buen pronóstico, debería empezar a funcionar todo.